No recuerdo cuando fue la primera vez que vi a Joselito toreando en Las Ventas, por lo que cuentan mis padres, mi cara era de ilusión e impresión al ver al chaval de la Gindalera mover el capote como sólo él sabe mover. Jamás habrá un torero con esa capacidad de hacer volar un capote.
Hoy no he podido negarme a volver a verle torear después de tantos años, siendo consciente de lo que mis ojos veían. Sigue igual, como él, ninguno. Ha sido poco pero muy intenso y ha conseguido ponerme la piel de gallina.
Aquí os dejo algunas de las tantas fotos que he sacado esta mañana, sin duda, día para recordar:
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